¿Ser líder estresa más que ser jefe?

¿Estresa más ser líder o ser jefe?. Es una pregunta que en muchas organizaciones conocen de primera mano, y podemos afirmar que el estrés existe en todas las parcelas organizativas de cualquier empresa.

Todos conocemos la diferencia entre un jefe y un líder. Aunque el día a día de la organización tiene efectos intrínsecos estresantes como la acumulación de tareas, la urgencia de las mismas y otros aditivos, es el esfuerzo y las diferencias de afrontar el día a día del trabajo con los equipos lo que también marca ese estrés.

Qué diferencia a un jefe de un líder

Recordemos que las diferencias esenciales entre un jefe y un líder están basadas en el aspecto ejemplificador del segundo. Liderar implica ser el primero, remangarse y realizar tareas junto con el equipo aunque se tengan claros conceptos tan importantes como delegar.

Un líder es capaz de empatizar, ponerse en el lugar de los componentes del equipo. Pero sobre todo es consciente del ejemplo que debe dar a nivel de trabajo, esfuerzo, compañerismo y actitud.

El jefe, por el contrario, no tiene esa capacidad empática y es más de ordenar, controlar y suele ser mucho menos ejemplar. Por eso al jefe se le obedece y al líder se le sigue.

Aquí es donde tiene razón la respuesta a la pregunta que se planteaba como título del post: ¿ser líder estrés más que ser jefe? La respuesta es clara: sí.

El nivel de autoexigencia, el constante ejemplo que da a su equipo, el esfuerzo…lleva una carga adicional de responsabilidad que supone una piedra más en la mochila que lleva por nombre estrés.

Ser el primero, animar, escuchar, analizar, exigir, son verbos que llevan siempre la presión de ser el primero en todo.

Está demostrado lo que se conoce como el estrés del liderazgo. Las tareas, la planificación, la organización, la dirección del trabajo, el control que se ejercita forman parte de la vida tanto del jefe como del líder. Pero la presión que a sí mismo se exigen uno sobre el otro es diferente.

El ayudar en tareas urgentes, no urgentes, importantes y no importantes está en el ADN del líder. En cada paso está la enseñanza, no regatear al esfuerzo y mostrar el camino para que otros lo sigan. Ahí está la presión de la que hablamos cuando se trata de liderazgo. Ser un ejemplo en todo, siempre y en cualquier circunstancia es sin duda una fuente de estrés.

Por otro lado, el jefe, no se muestra como una persona implicada ni con las personas sino centrada exclusivamente en el objetivo. En aplicar medidas correctoras, en no enseñar ejemplarizando y el otros menesteres que les hacen también útiles asumiendo su papel en la organización. No inspiran como el líder, son más bien ejecutores.

Eso supone un ahorro del estrés no operativo, que tiene que ver más con una actitud proactiva, de enseñanza y de dirección educativa de equipos.