¿Sientes la necesidad de controlar todo? ¿Puedes?

¿Sientes la necesidad de controlar todo?. ¿Eres una persona controladora? .Te diré una cosa el control no existe, son los padres. Hay pocas cosas que me quitan el sueño, desde mi más tierna infancia la noche de Reyes es una de ellas. Cuando era niña, la ilusión, el deseo de ver cumplidas mis expectativas, dificultaba la tan ansiada llegada de Morfeo, por parte de mis padres por un lado y por la mía por otro, para que se hiciese más corto el rato.

Hoy en día los motivos han virado ligeramente, pero sigue siendo una de las noches del año en las que peor duermo, sigo esperando con ilusión mis regalos de la mañana siguiente, ahora, además, espero con ilusión que los regalos de del resto de la familia generen la misma ilusión con la que han sido buscados.

¿Podría ahorrarme la noche de insomnio?

Claro, sólo tendría que ir a elegir los regalos con mi familia o entregarles el dinero por el importe del deseo y que ellos lo adquiriesen y podría ocuparme yo de mi propio regalo, eliminada la incertidumbre, eliminado el insomnio, aún mejor, por qué esperar a la mañana del 6 de enero, si ya no depende de los Reyes Magos, ¡Qué más da la fecha, tengamos los regalos antes!

Desaparecerá la incertidumbre, desaparecerá el insomnio y desaparecerá la ilusión, desaparecerá mi felicidad, desaparecerá la felicidad de mi familia y perderemos la oportunidad de celebrarlo.

Alguna otra cosa me ha quitado el sueño, pero pocas, soy de esa clase de gente a la que no se le quita ni el hambre ni el sueño con facilidad…alguna vez el recibo de autónomos antes de cobrar una factura, un diagnóstico médico negativo de alguien a quien quiero.

Mi necesidad de controlar todo. ¿Puedo controlar esto también?

Queremos que las cosas salgan como nos proponemos, espero que esta lectura os inspire que los proyectos que he presentado la semana pasada se conviertan en contratos para el próximo mes, que los alumnos de la universidad valoren bien mis clases, que mis pacientes aprendan a utilizar las herramientas con las que trabajamos …

Alcanzaré mis objetivos en algunos casos y en otros no, en el primer caso sentiré alegría, curiosidad, ilusión, esperanza, satisfacción, emociones de bienestar, en el segundo caso, sentiré frustración, desesperanza, tristeza, miedo, ira.

El mantenimiento de nuestra integridad física pasa, casi siempre, por la evitación del daño, del dolor, el mantenimiento de nuestra integridad emocional pasa también por la evitación del daño, del dolor emocional. de recursos sanitarios ya que, además, son un factor de riesgo de trastornos cardiovasculares.

¿Qué implica evitar el dolor?

Entender que evitar el dolor puede tener consecuencias más nocivas a largo plazo que el propio dolor, nos puede ayudar a entender que, a veces, la incertidumbre tiene premio. Como en la noche de Reyes, puede que el regalo que nos espera sobre los zapatos no sea el imaginado, en ese caso puedo elegir, deprimirme porque una vez más no han escuchado con suficiente atención mis peticiones, pero la ilusión, tal vez el esfuerzo con la que ha llegado ahí vale su peso en oro, la ilusión con la que los demás reciben sus presentes, valen todo los desvelos para que hallan llegado allí.

Cómo actuar ante la adversidad. Necesidad de controlar

Ante la adversidad, el no del cliente, la indiferencia de los estudiantes, la resistencia de los pacientes, puedo revolverme, enfadarme, entristecerme, y también puedo elegir buscar alternativas y aceptar que no tengo por qué gustarle a todo el mundo y aceptar que no soy perfecta, que me he podido equivocar en el enfoque de la propuesta, en mi hipótesis de intervención, en la interpretación que he realizado de los deseos y necesidades del otro y aprender a refocalizar con los aprendizajes de esta experiencia en la siguiente propuesta, la siguiente clase o la siguiente sesión de terapia. Volver a buscar la ilusión, disfrutar del proyecto aceptado y aprender de él, disfrutar de vuestras caras de hoy y entender con qué ideas estáis conectando mejor, aprender de los ejercicios que no han superado a la primera en terapia pero que tras  distintos intentos han logrado y han funcionado, es una cuestión de actitud, no de control, el navegante no controla el viento, lo observa y dirige sus velas según le convenga, así podemos vivir, izando, desplegando y virando velas según la dirección y la intensidad con la que sople el viento.

¿Qué nos provoca la falta de control?

No necesitas controlar todo. La falta de control puede ser un regalo. Nos trae sorpresas inesperadas, nos permite descubrir nuevas ideas, nos invita a fluir con la corriente en lugar de luchar contra ella. Así que, queridos amigos, dejemos el control para momentos concretos: cuando cruzamos la calle, cuando redactamos la propuesta o redactamos un informe o cuando pagamos las nóminas o pagamos los impuestos. Pero en los demás momentos, simplemente observemos cómo suceden las cosas, cómo reaccionan los demás y cómo reaccionamos nosotros.

En vez de esforzarnos en controlar podemos esforzarnos en entrenar nuestra capacidad de adaptación, aprender a fluir a navegar en la vida, a elegir dónde poner nuestros esfuerzos. No para evitar el dolor, el miedo o la frustración, sino para experimentar también la alegría, la sorpresa, la satisfacción y la felicidad, porque, al final del día, aunque el control no exista porque son los padres, lo que permanezca sea la ilusión.