La nomofobia y los jóvenes

La nomofobia es el miedo irracional a no salir de casa o no llevar encima el teléfono móvil o cualquier otro dispositivo móvil de comunicación.

Puede parecer algo excesivo pero los datos de nomofobia son proporcionales en crecimiento al avance tecnológico de la sociedad. Cuando más virtualizados estamos, mayor es el índice de dependencia tecnológica.

Esto no es ajeno, ni mucho menos porque es a quien más afecta, a la juventud. Los jóvenes de hoy en día son una generación que ha nacido enganchada al universo virtual.

Han hecho de las redes un modo de vida, donde comparten y narran en directo aquellos momentos que son importantes para ellos. Muchos padres saben y conocen más de la vida de sus hijos por las redes sociales que por otras vías.

Esta necesidad de exponerse, de contar cosas tiene una vertiente negativa y es la dependencia de la aceptación de las personas a lo que cuentan. La importancia de los likes, de los seguidores, de los ‘me gusta’, es algo que tiene un excesivo peso en el día a día de muchos jóvenes.

La nomofobia convive con muchos de ellos puesto que salir de casa sin el teléfono móvil supone un quebradero de cabeza para muchos de ellos. Los jóvenes centralizan su modus vivendi en un dispositivo con el que narran su propio diario.

¿Qué aspectos negativos tiene la nomofobia en la salud de los jóvenes?

– En primer lugar, el estrés. La dependencia sobre algo genera estrés cuando no se tiene o cuando se tiene y no se sabe dosificar el uso. Estar pendiente de si tienen la aprobación de la sociedad virtual se convierte en estrés, así como el narrar en el momento las situaciones que están viviendo en sus vacaciones, de fiesta con los amigos, etc.

– En segundo lugar la falta de descanso. Si ya de por sí esto sucede durante el curso escolar, cuando no hay obligaciones y los horarios nocturnos no son los habituales se tiende a trasnochar con el móvil en mano, con la tablet…Eso genera un desorden del sueño y del descanso patente en muchos de ellos, cambiando su carácter.

– En cuanto a la salud mental, provoca un aislamiento no intencionado con respecto a su entorno más cercano. Están conectados todo el día a un entorno virtual del que es complicado sacarlos y muchos no consiguen aceptar la realidad del mundo en el que viven.

– La vista. No es ningún secreto que cuanto más tiempo se pasa delante de una pantalla, mayor es la posibilidad de que esta se desgaste. El brillo de las pantallas de hoy en día, además, no es un amigo precisamente para la salud ocular.

Para evitar la presencia de la nomofobia en los jóvenes convendría educar en el uso de la tecnología, los tiempos y la relatividad de un mundo que no es el real sino el que se crea a través de una dependencia virtual.

La aprobación o desaprobación de las redes a lo que suben no los hacen mejores o peores sino que hay que hacerles entender la necesidad de convivir con críticas de personas que no conviven con ellos en el día a día. Las familias, pero también los colegios tienen un papel importante para educar a la juventud en el uso responsable de las nuevas tecnologías.

La nomofobia es cosa de todos.