Estrés e hijos, un binomio indivisible

Estrés e hijos, un binomio del que a buen seguro un 75% de las familias conocen y del que a muchos les cuesta hablar. Quizá porque piensen que son ‘gajes’ del oficio de la maternidad o la paternidad, quizá porque asumen que es una carga habitual, pero también porque entienden que la crianza es en sí misma una dificultad y no se puede hacer nada por evitarla.

Y es que el estrés e hijos es tan indivisible que el desgaste que produce en ocasiones, el alejamiento y la falta de comunicación entre los padres a veces termina en una separación o divorcio. Quizá por eso es hora de aprender a gestionar correctamente nuestras emociones.

La conciliación no es sencilla. De hecho es uno de los motivos que mayor estrés produce, condicionado por los horarios de dos padres trabajadores y que quizá, sólo quizá, el teletrabajo ha ayudado a evitar crisis que podrían ser mayores. La dificultad para conciliar puede provocar múltiples discusiones por motivos que aparentemente no son tan graves.

El trabajo, los hijos, el estrés

Llevar el trabajo al extremo, la sobrecarga de uno de los miembros de la familia o de los dos, hace que el estrés e hijos sean, ahora sí, un matrimonio indisoluble. Es una etapa complicada, y especialmente se lleva peor a partir de los 40 años.

Además de todo esto, existen otras razones que provocan el estrés en los padres. Las dificultades de los propios niños en el día a día suponen un problema para algunas personas que no son capaces de gestionar bien las emociones. El fracaso escolar, el bullying y otros asuntos que pueden afectar a los hijos suponen una fuente de estrés.

Pero sin duda, el trastorno del déficit de atención se lleva la palma. El 80% de las familias con hijos diagnosticados de TDAH han sufrido durante el proceso de desarrollo educativo del niño uno o varios estados de estrés, que se cronifican durante el crecimiento (ver el círculo vicioso del estrés)

Es, por todas estas cosas, que no se puede separar el binomio indivisible de estrés e hijos. Reza el dicho que ‘cuando seas padre, comerás huevos’ pero podría perfectamente asimilarse a ‘cuando seas padre, incubarás estrés’.