Cómo esquivar el estrés por frustración

El estrés por frustración es algo que suele ocurrir de forma muy habitual en el día a día de las personas. Es una respuesta emocional que surge cuando no se cumple algún proyecto, alguna ilusión o deseo que pensábamos que ocurriría y que llegaría en algún momento.

Es esencial que tengamos en cuenta en este punto las expectativas, porque tanto esta palabra como la de frustración están enormemente ligadas la una a la otra. Cuantas mayores expectativas se generen para que ocurra algo y finalmente no se dé, generará una situación de frustración mayor.

¿Por qué desarrollamos nuestras expectativas?

Normalmente la frustración suele estar ligada a personas con una tendencia a ser muy perfeccionista. Pero no podemos perder de vista a la fijación de metas y objetivos que son inalcanzables o poco realistas, porque también es motivo de frustración.

No tener una identidad personal clara o la ausencia de valores personales también están ligados con la aparición de este sentimiento, así como tender a realizar comparaciones constantes que hagan que deseemos, queramos o busquemos vivir como los demás.

Consecuencias de la frustración

Las consecuencias que puede producir la frustración afectan al estado anímico principalmente:

  • La sensación de tristeza, de un estado de ánimo bajo.
  • No tener motivaciones y sí pocas ganas de hacer cosas.
  • Sensación de impotencia e insatisfacción.
  • Gestionar mal nuestras emociones.
  • Procrastinación es una palabra que pocos conocen pero es necesario enmarcarla aquí porque se abandonan metas y objetivos planteados.
  • Tendemos a echar la culpa a factores externos pero también a nosotros mismos y caemos en el victimismo.
  • Adicción a la comida o a sustancias que pueden ser más nocivas para el cuerpo. Se busca una satisfacción inmediata que supla esa frustración.

Estrés y frustración

Lo principal para poder alejar el estrés que produce la frustración es aceptar que forma parte de la vida real y que debemos acostumbrarnos a vivir con ella.

Equivocarse, fracasar y tener incertidumbre es parte de la experiencia que adquirimos como personas. Tolerar la frustración es algo que se trabaja de una forma muy sencilla: tenemos que aceptar que es imposible que hagamos todo bien y que nos salga todo bien. Hay que ser capaz de continuar aunque no se consigan los objetivos que tengamos a la primera.

Si revisamos nuestras expectativas para ajustarlas a algo real, que nuestro ego no nos dañe y que seamos felices con pequeñas cosas y no con encontrar la perfección en el trabajo o en la vida, nos va a ayudar a superar esa frustración.

Luchar, aprender a ser resilientes, son otros aspectos que nos van a enseñar a poder vivir una vida más feliz y más plena alejada del estrés que produce la frustración. La constancia y la perseveración son otros atributos que nos ayudarán en este camino.